Este viernes se levanta el telón de la décima edición del Festiblues Bolivia, un evento que reunirá en La Paz a destacados exponentes del blues de Estados Unidos, Argentina, Brasil y Bolivia. Las presentaciones se realizarán en el Teatro Nuna Espacio Arte, ubicado en la calle 21 de Calacoto, del 11 al 13 de abril.
Gonzalo Gómez, director artístico del festival, celebró el regreso del evento tras seis años de pausa:
“Acá estamos todos los integrantes de este Festiblues. Han llegado bandas de Brasil, Argentina y Estados Unidos. El Festiblues empieza hoy, no quedes afuera, compren sus entradas y ven”.
Cartel internacional y talento boliviano
Entre los invitados internacionales figuran Dirty Red and The Soul Shakers (EE.UU.), Fran Molins (Argentina), y desde Brasil, Blenio Blues y Auder JR. Por parte de Bolivia, el escenario contará con la participación de La Chiva (Sucre), La Poncho (Cochabamba), Juan and Roll (Tarija), Gogo Blues, Bolivia Bentonia Blues (BBB) y Nikopol (La Paz).
Los conciertos comenzarán cada día a las 19:30 horas en el Nuna.
Programa por días
Viernes 11: Fran Molins & la Rock and Blues Band (Argentina), Nikopol y La Poncho (Bolivia).
Sábado 12: Blenio Blues y Auder JR (Brasil), La Chiva (Sucre) y Bolivia Bentonia Blues (La Paz).
Domingo 13: Dirty Red and The Soul Shakers (EE.UU.), Juan and Roll (Tarija) y Gogo Blues (La Paz).
Un regreso esperado
El Festiblues nació en 2007 y tuvo su última edición en 2019. La pandemia por COVID-19 interrumpió su continuidad, pero este 2025 marca su esperada reactivación.
A lo largo de su historia, el festival ha recibido a reconocidas figuras del blues como Vox Dei, Botafogo, Jimmy Rip (guitarrista y productor de Mick Jagger), Pappo’s Blues, Luciano Napolitano y La Mississippi Blues Band, entre otros.
Ghost da a conocer un nuevo adelanto de "Skeletá".
La banda liderada por Tobias Forge ha lanzado recientemente “Lachryma”, el segundo sencillo promocional de su próximo álbum. Este nuevo tema se suma a “Satanized”, presentado en marzo, y ya se encuentra disponible en todas las plataformas digitales.
“Lachryma”, cuyo título significa “lágrima” en latín, ha sido descrito por algunos medios especializados como una pieza cargada de influencias clásicas, recordando los sonidos de Ozzy Osbourne y Black Sabbath. El lanzamiento viene acompañado de un videoclip oficial que ya puede verse en línea.
Sobre el enfoque de su nuevo trabajo discográfico, titulado "Skeletá", Forge explicó en una entrevista con NME:
"No soy un gran vendedor, pero son 10 canciones de alegría curativa. El disco anterior era una reflexión más social, buscaba arrojar luz sobre ciertos aspectos de la sociedad. Esta vez quise hacer algo distinto, un disco más introspectivo".
"Skeletá" estará disponible a partir del 25 de abril.
Por última vez como colectivo, Sum 41 anunció su próximo álbum doble "Heaven :x: Hell", cuyo lanzamiento está previsto para el 29 de marzo a través de Rise Records/BMG.
Se trata del álbum más ambicioso de Sum 41 hasta la fecha. "Heaven" son 10 canciones de pop punk enérgico y mordaz, mientras que "Hell" consiste en diez himnos de heavy metal con solos que queman, riffs machacones y ganchos que hacen chocar los puños. La banda lleva toda su carrera entre el pop-punk y el metal, y "Heaven :x: Hell" es un testimonio de su sonido innovador y su habilidad inigualable, demostrando que siguen siendo pioneros 27 años después de la creación de la banda.
Sobre el nuevo álbum, el cantante Deryck Whibley comentó "Una vez que escuché la música, tuve la confianza suficiente para decir 'Este es el disco con el que me gustaría salir'. Hemos hecho un álbum doble de pop punk y metal, y tiene sentido. Nos llevó mucho tiempo abrirnos este camino, pero lo hicimos, y es único para nosotros."
Revisa a continuación los detalles de "Heaven :x: Hell" junto con los dos adelantos conocidos hasta el momento, 'Rise Up' y 'Landmines'.
Hell 01. 'Preparasi a Salire' 02. 'Rise Up' 03. 'Stranger in These Times' 04. 'I Don't Need Anyone' 05. 'Over the Edge' 06. 'House of Liars' 07. 'You Wanted War' 08. 'Paint It Black' 09. 'It's All Mine' 10. 'How the End Begins'
Después de más de medio siglo, Paul McCartney se reencuentra con uno de sus instrumentos más recordados.
Se trata del bajo Höfner 500/1, que le fue robado al músico en 1972 y que hace una semana está de vuelta en sus manos. La historia es la siguiente: un grupo de seguidores de The Beatles -destacando el diseñador de guitarras Nick Wass y los periodistas Naomi y Scott Jones- lanzaron una campaña activando la búsqueda del artículo, que fue encontrado en el ático de una familia en Londres.
Tras ser robado, el bajo llegó a manos del dueño de un pub que lo mantuvo durante todo este tiempo. "Yo trabajé durante años con el equipo de Paul McCartney. Una vez hablé con él sobre su bajo Höfner, y nos preguntamos dónde habría ido a parar. Me dijo: 'tú trabajaste en Höfner, ¿por qué no me ayudas a encontrarlo?'. Y aquella fue la chispa de esta gran aventura", recuerda Wass sobre cómo se inició la campaña que tuvo final feliz tras corroborar la autenticidad del bajo, siendo devuelto a su dueño.
Fue en 1961 cuando McCartney adquirió el instrumento, con el que grabó clásicos como 'I Want to Hold Your Hand', 'Love Me Do' o 'Twiste and Shout'.
'Eyes Wide Open' es el título del flamante single de la agrupación, un hito pues es el primer material desde "I've Failed You", álbum aparecido en el 2011. En palabras de la histórica Morgan Lander, la canción "es una búsqueda visionaria de la verdad... es una lección sobre la confianza, la traición y, en última instancia, la capacidad de ver detrás de la cortina para revelarlo todo".
Con Nick Raskulinecz (Foo Fighters, Korn) en la producción, este retorno de Kittie viene acompañado de un video y también la firma con Sumerian Records, por lo que un nuevo trabajo de estudio puede ser el próximo paso.
Actualmente, Kittie está formado por Lander, Mercedes Lander, Tara McLeod y Ivy Vujic.
Hace cosa de minutos, se confirmó que la banda de enmascarados viajará nuevamente el Cono Sur para encabezar la próxima edición de Knotfest Brasil, cuyas fechas han sido reveladas: 19 y 20 de octubre, en el estadio Allianz Parque de Sao Paulo.
La visita se enmarcará en medio de las celebraciones por los 25 años del conjunto, shows especiales que se darán también en Estados Unidos y Europa. ¿Será Brasil el único país del Cono Sur que verá a Slipknot este 2024? De momento no hay mayor información.
Ochos grupos de rock unen fuerzas para llevar adelante un concierto benéfico por la madre de Luigi Baudoin, integrante de Cartel Afónico, que se realizará este sábado 27 de mayo desde las 16:00 en el proyecto mARTadero (calle 27 de Agosto y Ollantay).
Se trata de las reconocidas bandas Oil, Mandíbula, Bajo Tierra, Ethernals, Freakaseé, Mariotto & La Bengala Perdida, el Ensamble de Música Moderna de la UPB y, por supuesto, Cartel Afónico, que ya aseguraron su participación en “Mamá Rock”.
El aporte, de 30 bolivianos, será destinado a apoyar los gastos médicos que la familia de Baudoin enfrente en su lucha por la salud de la mamá de Luigi, quien recientemente pasó por tres operaciones de cadera.
Conmovida, la comunidad cultural cercana al artista decidió organizar e impulsar este festival que, además de servir a una causa solidaria, buscará homenajear a las mamás que disfrutan el buen rock nacional.
Para pedir información adicional, los organizadores sugieren comunicarse con Luigi Baudoin al número 65735416.
Una mezcla de fusiones y acercamientos con música ‘inuit’, mapuche y chicha muestra la nueva producción musical Eterno retorno, de la banda de rock Obelipsis. Esta propuesta será presentada en un recital en la Casa de la Cultura el 19 de mayo.
El disco cuenta con 10 canciones, una en colaboración con Jorge “Coco” Bedregal, vocalista de la banda paceña Unit. Fue grabado en Puno, Perú, en septiembre de 2022. El proceso de mezcla y grabación fue realizado por David Quispe, en colaboración con Mario Castillo. El material fue masterizado por Marcelo Navía.
Obelipsis cumple 10 años de trayectoria. Fue creada en 2013 por iniciativa de Alan Buendía, líder y compositor de la banda. Desde su creación, ha sido parte del movimiento local del rock en la ciudad de La Paz. También participó en festivales y conciertos en ciudades como Santa Cruz, Oruro, Cochabamba y Puno en Perú.
“Obelipsis es la amalgama de dos conceptos: obelisco y apocalipsis. Representa el quiebre de la sociedad contemporánea a partir de la destrucción del símbolo del obelisco. Esto permite a la banda fusionar y experimentar con música de diversas épocas y latitudes para crear música nueva con base en el rock”, contó a La Razón el líder de la banda, Alan Buendía.
Explicó que la música de Obelipsis es ecléctica; se ha denominado en el primer disco como rock de fusión contemporánea. El nombre de ese género, dijo Buendía, fue propuesto por la productora María Fernanda Antuña, colaboradora y amiga cercana de la banda. El apoyo de Mayo Ávila, exproductor, fue fundamental para el desarrollo técnico.
Eterno retorno
Introspección y Eterno retorno son los dos discos de estudios con los que cuenta la banda. A estos materiales se suma la producción videográfica, entre las que destacan los videoclips de Secreto a luz de luna, Difunto corazón, Terra nova y 43, realizado con la técnica de stop motion. Este último, propuesta visual de Fernando “Nano” Altuzarra, bajista de Obelipsis.
“La banda adoptó la política cultural de interpretación de canciones propias. Es decir, todas las canciones son composiciones propias. El proceso creativo comienza con un viaje por libros, películas y lugares que son la pasta sobre la que comienza el proceso de fusión para crear las canciones”, afirmó el líder de Obelipsis.
“Con base a las maquetas”, la banda comienza un proceso de experimentación sonora y arreglos generales; estos procesos le dan a Obelipsis el sonido característico.
Destacó el aporte de Flamma Lucis, vocalista de la banda, que compuso para el álbum Sociedad eclipse, arreglada por Buendía.
Obelipsis está conformada por Alan Buendía en la guitarra eléctrica y coros, Nano Altuzarra en el bajo, Flamma Lucis en la voz principal, Ibra Murillo en la guitarra eléctrica y Sergio Canedo en la batería.
También se incluye, en esta formación a Mario Castillo, guitarrista que participó en todo el proceso de grabación del disco de aniversario del grupo.
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Obelipsis. La banda de rock paceña presentará en un concierto su nueva producción discográfica denominada “Eterno amor’.
Cacho Cisneros sentado en el "templo" del rock boliviano, el Equinoccio / Página Siete
Advertencia, la siguiente nota debería tener frases censuradas; pero José Alfredo Cisneros Portales no aceptaría un texto así, quitándole la energía suya y dejando una nota medio k’aima. Por eso, los siguientes párrafos lo presentan tal y como es.
El músico en su reino, el escenario. Víctor Gutiérrez / Página Siete
José Alfredo es conocido sobre el escenario como Cacho. Es el rockstar que al cantar amarra una pañoleta en el micrófono y luce un cinturón con tachas plateadas. El 19 de marzo cumplió 76 años y festejó su cumpleaños ofreciendo un concierto con su banda de siempre Black Jack. Ya alistan otro show para mayo.
Donbosqueño y futbolista
Cacho nació en la localidad de Camiri. “A mi papá yo nunca lo vi. A mi papá yo nunca lo conocí porque abandonó a mi madre cuando yo era bebé. Cuando yo tenía unos 40 años recién me quiso conocer; pero a mí, con este orgullo que tengo, no me dio la gana”, cuenta al presentar su primera foto familiar en la cual están él y su mamá Dora.
Añade: “Ella me trajo a la ciudad de La Paz cuando no tenía oportunidades de trabajo. En esos tiempos era jodido para una mujer sola, divorciada y camba. Ahora la sociedad es machista, imagínate antes todo era medio primitivo”.
“Siempre estuve con mi mamá, en todo”, habla con pausas. Recuerda que ella lo inscribió en el colegio Don Bosco. “En esos tiempos era jodido ser cambita, todos los días era una pelea con mis amigotes, ahora ellos ya son mis amigos. Antes era difícil eso de ser collas y cambas”, explica el popular Cacho. “Me tenían envidia porque en esos tiempos era simpático”, narra y ríe.
El músico al lado de un afiche suyo en el Equinoccio. Víctor Gutiérrez / Página Siete
Recuerda que en el colegio iba cada día a misa, “incluso los domingos”. “Si no escuchabas la misa, entonces el lunes te colocaban en frente de todo el colegio y con otros faltones te decían ‘por culpa de estos pecadores Jesús ha sido crucificado’. Cuando te daban un sopapo, way que vos les digas algo”, explica el, ahora, orgulloso donbosqueño.
El año 65 ingresó a atletismo y fútbol. Fue campeón intercolegial en los 100 y 200 metros planos. En 1966 fue el capitán del equipo de fútbol que ganó el intercolegial, su equipo jugó en las finales contra el Príncipe de Paz, “ese colegio era de vagos”, bromea.
Estaba encaminado en el fútbol y era parte de la cuarta categoría del Bolívar. “Como anécdota te cuento que quien nos enseñaba a jugar era don Víctor Agustín Ugarte. Era un hombre resencillo, que tenía una calidad increíble, con razón le decían Maestro”, explica el rockero.
Su mamá Dora se volvió a casar y jamás dejó de tener en mente el futuro de su hijo Cacho. “Acabé el colegio en noviembre del 66 y hasta abril del 67 no hacía nada, además insinué que yo quería hacer una banda de rock. Mi mamá me dijo ‘te vas de aquí’ y me envió a los estates. Fue un gran sacrificio para mi padrastro y para ella”, comenta.
En marzo Black Jack se presentó en el Equinoccio. Equinoccio / Jason Beltrán
¿Woodstock?, no gracias
“Arribé a Washington un día sábado de septiembre de 1967. Hacía calor y llegué a una plaza que se llama Dupont Circle. Ahí el taxi me dejó y estuve un buen rato. Lo que es la vida, apareció Silvestre Vesty Pakos, ése del que lleva su nombre el zoológico. Me vio y me dijo ‘vos eres el Cacho, pero ¿qué haces acá?’. Le agradecí porque me llevó a un restaurante y supe que el inglés que aquí aprendí, allá valía un pepino”, cuenta Cacho y toma un sorbo largo de Coca Cola.
Vesty lo llevó al aeropuerto y lo embarcó a Houston, allá Cacho se encontró con sus tíos y comenzó su andadura en Estados Unidos.
El intérprete camireño canta temas en inglés y español. Equinoccio / Jason Beltrán
El músico de Black Jack sigue: “Lo que primero hice fue tomar clases de inglés en las mañanas, en las tardes hasta las nueve de la noche yo trabajaba en una farmacia grande. Me fui el 68 a la universidad de Luisiana”.
Estudió psicología clínica del 68 al 72. En ese entonces los afroamericanos luchaban por sus derechos civiles y, cuenta Cacho, en la universidad había baños separados. Los extranjeros y los afros desayunaban, almorzaban y cenaban discriminación.
“Yo andaba en otro mambo en Estados Unidos, recuerdo que en esa época mataron al hermano de Kennedy (Robert fue asesinado el 5 de junio del 68), a Martin Luther King (el 4 de abril del mismo año) y a otros más. Yo era un mocoso que veía todo desde arriba y mucho no me afectaba. Veía las marchas en las cuales la gente se ocultaba en las calles y yo decía ‘esto en mi país todos los días pasaba y no me afecta’”, recuerda.
Continúa: “En agosto del 69 tuve la oportunidad de ir al famoso Woodstock y yo decía que esos eran hippies locos. Me quedé con mi nueva novia, una gringa. Después me di cuenta que debía ir a Woodstock por las cosas que sucedieron ahí”.
El próximo concierto está programado para mayo. Equinoccio / Jason Beltrán
¡Hey Micky!
Cacho viene de otra época, de aquella en la cual los fanáticos hacían todo lo posible por ver y hablar con sus ídolos; no como ahora que todo se registra en un teléfono celular.
Relata una de sus mejores anécdotas: “Tuve el privilegio, aunque alguna gente no me crea, pero por unos segundos hablé con Mick Jagger, fue el 75, actuaron en el Madison Square Garden. Fui con unos amigos de amigos de ellos y me adelanté. Los vi cansados y grité: ‘¡Hey Micky!’, él me miró y dijo ‘Hey boy, where are you from?’, contesté ‘I’m from Bolivia’ y me respondió ‘Oh Titicaca... yeah!’”.
Le brillan los ojos al recordar esa rauda escena. Desde chico él fue fanático de la música en inglés. “El año 1960 he cantado en la inauguración de la radio Sararenda. Canté Oh Carol, de Paul Anka”, rememora.
Sí, comenzó con la música a los 13 años y recién a los 21 cruzó una frontera personal. “Tenía una vida sana y por entonces laburaba limpiando pisos. A los 21 tomé mi primer trago y fumé mi primer cigarrillo. Para qué voy a mentir, además mi mamá era estricta y ella no laburaba para que yo me emborrache”.
Sobre el escenario, el músico suele interactuar con el público. Equinoccio / Jason Beltrán
Una vez que concluyó sus estudios, Cacho retornó a Bolivia. Abrió su consultorio en 1982 y lo cerró en 1985. Se casó y se divorció. Ingresó al mundo empresarial, llevó maquinaria a los mineros de Tipuani, entre otras movidas comerciales.
Su vida comenzó a ser una canción, la de los Rolling Stones: (I Can't Get No) Satisfaction (No puedo obtener satisfacción). Se volvió insaciable, y ahí tenía la trilogía del rock: sexo, drogas y Rock And Roll. Era un periodo en el cual estaba de brazos en brazos y de cama en cama. “El año 92 fue que me invitaron a cantar unas cancioncitas y desde septiembre del 93 que ya soy titular”, explica sobre su ingreso a la banda Black Jack.
La Mariscal
Los Black Jack hacen cóvers y les salen muy bien las canciones de los británicos Stones y de los mexicanos del Tri; de los primeros suelen pedirles Paint It Black y de los segundos Triste canción.
Tienen una vena compositora rebelde y de protesta, ¿quién que se precie de rockero no es así? Un ejemplo es el tema Niños de la calle, en el cual con la voz rasposa el Cacho canta: “Mis pobres angelitos sólo viven en dolor, a nadie le interesa lo que les pasará”.
La canción más conocida de la banda es La Mariscal, aquella que va “de la Pérez a la U”. Cacho suele agarrar el micrófono y clama en versión protesta: “El pueblo leído jamás será mentido”. Empiezan los golpes del bajo, la energía de la guitarra y la fuerza de la batería. La canción relata las peripecias de una ciudad caliente, en la cual maestros y mineros salen a la calle a pedir plata y el gobierno no les atiende; los obreros quieren pega y no consiguen nada: Lo único que hay son golpes y manifestaciones. Es como si la ciudad estuviera condenada “parece que la joda nunca se va a terminar”.
Las canciones para Cacho no pueden ser huecas. “He visto bandas grandes que no habían sido tanto”, advierte. Como si fuera un niño travieso se tapa la boca... y sigue: “Aunque me hagan juicio voy a contar, qué siempre”. Se anima y dispara: “El año 2000, si mal no me acuerdo, fuimos teloneros para un grupo argentino llamado Illya Kuryaki. Se suponía que teníamos que cantar siete canciones, empezamos y la gente empezó a gritar, quisimos seguir pero el manager de Illya Kuryaki no nos dejó porque vio que la gente estaba feliz. Yo no entendía tanta fama que tenían porque tenían su cancioncita famosa era A mover el culo y yo me decía ¿eso es arte?”.
Es de la vieja escuela, del equipo al cual no le importa sólo ganar, él y los suyos corren tras la gloria. “En Bolivia la cumbia y música chicha arrasaron. Ahora es ‘muévanse, muévanse’ y te ponen a modelos en el escenario. Es muy fácil porque si quieres tener plata has cumbia, si quieres estar contento y lleno entonces has rock”, aconseja.
Es un papá feliz de cinco hijos, y en 2019 sumó un nuevo integrante a su familia. Cuenta que en octubre de ese año, mientras el país se iba en picada, él iba caminando con su perrito por la calle cuando vio a una cachorra asustada. La tomó en sus brazos y la llevó a su casa, hoy es su Micaela mimada.
Su vida ya no es un diamante loco que brilla por todos lados, es más como una balada. Su esposa Ana María De Castro lo acompaña en sus conciertos y la vida. Ella le regaló su icónico cinturón de tachas y le prepara el caldo de pollo que tanto le gusta. “Tengo la satisfacción de hacer una cosa bien hecha. Cuando yo no esté van a decir ‘existía un viejo que hacía los Rolling Stones y ¿ahora quién?, nadie’”, explica Cacho.
Agradece a Página Siete por entrevistarlo en dos sesiones el miércoles. “Ahora está jodido hacer rock”, se lamenta el hijo de doña Dora, aquella señora que llegó de Camiri a La Paz en busca de mejores días. Cuando se le pide un mensaje para los jóvenes, él respira y parece que mide sus palabras. “A la nueva generación le digo que haga música y háganlo bien, pero aprendan una profesión aparte. Por lo menos aprendan inglés perfectamente. Muchísimas gracias a todos por el cariño. Rock and roll o muerte, venceremos, aunque me odien algunos cojudos”, ríe el rockero.
Y, quizás como dice la canción La Mariscal, parece que la joda nunca va a terminar... no mientras el Cacho suba a un escenario y lo de todo de sí, como siempre.
“El año 92 fue que me invitaron a cantar unas cancioncitas y desde septiembre del 93 que ya soy titular”.
Cacho Cisneros
“En agosto del 69 tuve la oportunidad de ir al famoso Woodstock y yo decía que esos eran hippies locos”.
Cacho Cisneros
“Es muy fácil porque si quieres tener plata has cumbia, si quieres estar contento y lleno has rock”.
Cacho Cisneros
“Yo no entendía tanta fama (de Illya Kuryaki) porque tenían su cancioncita que era ‘A mover el culo’.
Con un concierto que duró más de tres horas, este viernes y sábado, Wara celebró 50 años / Página Siete
Son casi las 20:00, ya es tarde. Las calles están paralizadas por una marcha que atraviesa La Paz. Entre petardos y bocinazos, varias personas se arremolinan en el ingreso al Teatro Municipal Alberto Saavedra Pérez. En el ajetreo, la música estalla y aún desde el lobby se oyen los gritos y se siente al público temblar. Es Wara, la luz de la estrella empezó a brillar.
Con un concierto que duró más de tres horas, este viernes y sábado, Wara celebró sus 50 años de vida musical, en un encuentro lleno de euforia, historia pero sobre todo complicidad. Un desfile de artistas de alto nivel, que en algún momento pasaron por el grupo, marcaron dos noches mágicas en las que las barreras generacionales desaparecieron.
“Es una ocasión muy especial porque estamos celebrando 50 años”, afirma Carlos Daza, fundador del grupo ante un teatro lleno y que “volteó taquillas” en las dos noches de función.
50 años no son pocos y menos cuando se quiere contar en canciones todo el camino andado desde 1973 hasta hoy. Y es que no se trata sólo de la historia del grupo, sino de la música boliviana, del país y de más de medio centenar de artistas que pasaron por esta institución. Pero ése fue el reto propuesto para estos conciertos aniversario.
El telón se abre con un cover de la banda en boga en los 70, “Time to live” de Uriah Heep. Pero si este tema enciende al público, nada se compara al momento en que la voz original del legendario disco El Inca, Nataniel Gonzales, entra en el escenario.
Con el pelo largo, más allá de la cintura, que se sacude al ritmo de la música, Gonzales envuelve al grupo en ese aire de complicidad que se tiene entre quienes han trabajado sobre los escenarios por medio siglo. Su voz en el tema Wara, es el sello que dio nombre a la agrupación.
David Portillo canta uno de los éxitos de Wara. Carlos Sánchez / Página Siete
Y es que entre las nuevas generaciones, pocos saben que la primera voz del grupo fue la de Gonzales y no la de Dante Uzquiano. Y aunque las voces de cantantes como David Portillo, Vero Pérez, Petrus Simon o Marisol Días se lucen en cada tema, es imposible no extrañar el timbre y la actitud del intérprete de Collita, Aymara o Illimani.
El elenco de Conadanz, en la emblemática morenada Illimani. Carlos Sánchez / Página Siete
Cantar, vibrar o acompañar el pesado ritmo del rock y su fusión con la música autóctona es imposible. Basta con escuchar las introducciones de temas como Sicoyas, Nacimiento de la Energía, Esperanzas, Gaviota, Sariri, Encuentros o Siento, para que uno se siente al borde de la butaca y proceda a tocar una batería imaginaria.
Poco importa la incomodidad de los nuevos asientos del Municipal, incómodos y que parecen estar mal ubicados, pues obligan al espectador a torcer el cuello para buscar entre el mar de cabezas a cada uno de los integrantes de Wara.
Es imposible no buscar en ellos a aquellos jóvenes melenudos que sin saberlo habían sembrado en la juventud de los 70 la semilla de la rebeldía y la identidad, a través de la música progresiva que con melodías psicodélicas en instrumentos nativos fomentaron el amor por lo nuestro.
El tiempo pasa volando y aunque ya se sobrepasó el horario permitido, la gente aún demanda más. Los zapateos suben de tono con una selección de cuecas y huayños que cierran el telón, aunque por pocos minutos, ya que nadie está dispuesto a irse.
Encinas (der.) y los Jiménez son referentes. Carlos Sánchez / Página Siete
Una vez más el telón se abre para dejar ver a Omar León, Carlos Daza, Clack Orosco, Rolando Encinas, Fernando Jiménez y todos quienes los acompañaron; Antonio Pérez, Kicho Jiménez, Carlos Álvarez, Néstor González y Juliano Encinas.
Omar León (izq.) recibe un reconocimiento. Carlos Sánchez / Página Siete
A las 23:00, en frente un público enardecido que aplaudía de pie y se adueñaba del Teatro Municipal con la amenaza de no permitir que el concierto termine. Y como en la repetición está el gusto, Illimani vuelve a sonar convirtiendo el teatro en una fiesta. Wara brilla con su luz original y a la vez nueva, con un brillo que sin duda nunca se apagará.